A Dios le gustan los gestos pequeños
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Creo firmemente en que Dios sonreía cuando veía a los alumnos del treinta y uno planear sus actividades, con su creatividad, entusiasmo y dudas al no conocer con quiénes se iban a encontrar. Una especial energía había ese día. Llegamos y cada uno sin pensarlo se instaló en un salón para preparar su actividad. Les explicaban a los niños de kínder en qué consistía, los niños escuchaban atentos y todos sonreían. Dios también. Disfruté verles explicar la dinámica y realizar la actividad, se reían como los niños ante sus ocurrencias y conocieron nuevos mundos. Ayudaron en la piñata y me parecía que tomaban un rol muy importante: sostener con la soga aquel sinónimo de alegría y expectativa de parte de los niños. A pesar de que el rol era “sencillo” los veía sumamente comprometidos con hacerlo bien. De pronto un alumno se acerca: quiero regalar mi camisa a un niño . Escogimos a un niño a quien le pudiera quedar: Se la quiero regalar . Admiré su discreción, iniciativa y su convi...